Por Silvia Guzmán para La Nación
24.02.2020
La invención de los anteojos fue crucial en la historia cultural de la humanidad: de un día para otro, las personas que sufrían deficiencias visuales no solo podrían desempeñar un papel activo en la vida cotidiana, sino también estudiar durante más tiempo, ampliar sus conocimientos y transmitirlos a los demás. Alcanza con mirar atrás, no hace falta remontarse muchos años, para ver la tremenda evolución que han sufrido los anteojos. Tanto es así, que ahora se logran hacer con plástico reciclado.
"Donde alguien ve basura nosotros vemos una oportunidad", cuenta Martín Vázquez, ingeniero industrial, nacido y criado en San Nicolás y creador de Qualia, la firma que vende una visión mejorada de las cosas y fomenta el cuidado del planeta y la reforestación.
A los 24 años, recién recibido, empezó a trabajar en Techint. Pero antes de cumplir dos años en la compañía supo que era momento de hacer algo distinto con su vida. Decidió emprender un proyecto propio que a la vez le diera ganancias y generara impacto en la sociedad.
"Sabía que si emprendía algo tenía que tener un sentido, con un impacto entre lo social y lo ambiental. Y luego de un largo proceso de búsqueda e investigación creé Qualia, una marca de anteojos diferentes, porque detrás de cada modelo hay mucho trabajo y un compromiso muy grande con nuestro planeta. Nos permiten ver las cosas desde una nueva perspectiva", cuenta Vázquez.
El nombre Qualia es un concepto. Significa tener una percepción subjetiva de la realidad. "Donde alguien ve basura nosotros vemos una oportunidad. El logo es un copo de nieve a dos colores donde una de las patas tiene un color distinto, el copo de nieve está descontaminando o contaminado depende de cómo vos lo quieras ver", fundamenta el creador de Qualia.
Para el ingeniero industrial fue todo un proceso desde el momento en que pensó hacer algo que genere impacto. "Me di cuenta que una de las grandes problemáticas en el mundo es el plástico. Recién empezaba a reciclar los residuos en mi casa. Así que me puse a investigar, encontré una página que explicaba cómo hacer tu máquina de reciclaje, me bajé los planos de Internet y con eso armé dos máquinas: una trituradora y una inyector", contó.
Comenzó jugando con el plástico para entender el proceso del reciclaje, pero sabiendo que para que el proyecto funcionara tenía que añadirle valor. Lo único que tenía en claro era que "el producto transmitiera un mensaje desde lo poderosa que puede ser la mirada". Por eso, decidió fabricar anteojos. El otro tema que le quedaba por resolver era saber cómo se hacía un anteojo.
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Convierten el plástico reciclado en anteojos: "Donde alguien ve basura, nosotros vemos una oportunidad"
Cobraba US$2000 en una multinacional y renunció para fabricar anteojos con plástico reciclado